“Eché de menos la luz… pero no me faltó el cariño”. Así resume Encarna, de 84 años, lo que vivió anoche en su residencia de mayores durante el gran apagón que afectó a buena parte del país. Fue una noche larga, silenciosa y, en muchos casos, oscura. Pero también fue una noche de gestos, de compromiso, de humanidad.
El corte eléctrico, que dejó sin suministro a miles de hogares y centros sociosanitarios durante horas, puso a prueba la infraestructura, pero también el corazón de quienes velan por nuestros mayores. Las imágenes más conmovedoras no fueron las de los cables o las farolas apagadas, sino las de auxiliares empujando sillas a oscuras, cocineras preparando sopas frías con lo poco que quedaba en la despensa, y residentes que compartían mantas y palabras para pasar el rato.
Generadores que no daban abasto… y voluntades que sí
En muchas residencias, los generadores de emergencia solo permitieron mantener encendidos los aparatos esenciales. “La prioridad eran los pacientes con oxígeno”, explica Teresa, enfermera en un centro geriátrico de Toledo. “Pero hubo que tomar decisiones rápidas: adelantar cenas, organizar turnos a mano, subir a los abuelos en brazos por las escaleras”.
Y eso fue lo que ocurrió. Don Antonio, de 91 años, fue subido a pulso por dos trabajadores jóvenes. “Nunca me habían abrazado tan fuerte para subirme a la cama. Me sentí como un niño”, cuenta con una sonrisa tímida.
53 ancianos de una residencia de #Zaragoza se encontraban en el patio y empezaba a hacer mucho calor
Al no poder subir a las habitaciones, agentes de la #UIP accedían para ayudar en su traslado #apagón pic.twitter.com/blEYMhahes
— Policía Nacional (@policia) April 28, 2025
El otro lado del apagón: la solidaridad
Lo que en otros contextos podría haber sido una crisis caótica, aquí se convirtió en una cadena de solidaridad. En algunas localidades, la Guardia Civil ayudó a transportar bombonas de gasoil. En otras, vecinos acudieron con linternas y termos de caldo.
“Una señora del pueblo nos trajo un bizcocho casero y lo repartimos entre todos. Ese gesto iluminó más que cualquier lámpara”, relata entre lágrimas Marisa, auxiliar de una residencia rural en Salamanca.
“Los mayores son resilientes, pero no deben estar solos”
El apagón también ha puesto sobre la mesa una verdad incómoda: la dependencia energética en centros de cuidados es crítica, y muchos aún no están preparados para emergencias prolongadas. Aun así, los profesionales piden que el foco no esté solo en la infraestructura.
“El verdadero motor anoche no fue el gasoil, sino la empatía. No podemos permitir que nuestros mayores estén solos en una emergencia. Ellos son los que más necesitan certezas”, apunta José María Toro, portavoz de una asociación de residencias.
Patrullas de la Guardia Civil junto con bomberos suben a 25 personas en silla de ruedas en un geriátrico de Pravia, en Asturias, por el apagónhttps://t.co/EgWyzPGxNG pic.twitter.com/QHbgV90xAc
— RTVE Noticias (@rtvenoticias) April 28, 2025
En este contexto, cobra especial relevancia el análisis publicado en Jubileta sobre cómo los mayores han demostrado ser los más preparados ante esta crisis energética, gracias a su experiencia, serenidad y capacidad de adaptación.
Una madrugada con sabor a esperanza
La luz volvió entrada la madrugada en la mayoría de centros. Algunos dormían. Otros seguían hablando a la luz de una vela. Muchos trabajadores, agotados, se quedaron un turno extra sin que nadie se lo pidiera. Y, cuando los teléfonos volvieron a funcionar, las primeras llamadas fueron para tranquilizar a las familias.
“Mi hija me dijo que si necesitaba algo, que me iría a buscar. Le dije: hija, no hace falta. Aquí me han cuidado como si fuera su madre”, concluye Encarna.