La jubilación marca el inicio de un capítulo diferente, en el que el tiempo vuelve a ser tuyo. Y muchos jubilados se plantean algo que habían dejado pendiente: adoptar una mascota. Ya sea un perro cariñoso, un gato tranquilo o incluso un conejo o un periquito, tener un animal en casa puede llenar de alegría, rutinas saludables y compañía los días. Pero antes de lanzarte, conviene pensar bien la decisión.
También puedes explorar otras formas de compañía y propósito como el voluntariado.
¿Por qué adoptar una mascota durante la jubilación?
Los beneficios son muchos y están avalados por expertos. Una mascota aporta cariño, reduce la sensación de soledad, anima a establecer rutinas (como los paseos) y estimula tanto la mente como el corazón. Según la Fundación Affinity, el 87% de los mayores que conviven con un animal afirman sentirse más felices y acompañados.
Además, tener una mascota puede ser una excelente excusa para socializar. En los parques, en las visitas al veterinario o en asociaciones locales, las personas mayores que tienen perro, por ejemplo, suelen ampliar su círculo social sin apenas proponérselo.
“Yo no conocía a nadie en mi barrio nuevo. Desde que adopté a Canela, salgo todos los días, ya me saludan en la plaza y hasta he hecho amigos en el parque de perros”, cuenta Marisa, de 72 años, en Madrid.
1. Elige el animal que mejor se adapte a tu estilo de vida
Antes de adoptar, piensa: ¿cómo es tu día a día? ¿Te gusta salir a caminar? ¿Prefieres una compañía tranquila? No todos los animales encajan con todas las personas, y es importante ser honesto contigo mismo.
- Perros pequeños o senior: ideales si puedes salir a pasear, pero buscas tranquilidad y menos energía desbordante.
- Gatos adultos: independientes, limpios, afectuosos y perfectos para hogares más tranquilos.
- Animales pequeños: como conejos, aves o peces, requieren menos espacio y cuidados, pero también dan compañía.
Evita adoptar por impulso. Piensa a medio y largo plazo: ese animal formará parte de tu vida durante años.
2. Considera adoptar un animal adulto
Los cachorros son adorables, sí, pero también requieren mucha energía, paciencia y tiempo. Los animales adultos ya están educados, tienen un carácter formado y agradecen enormemente una segunda oportunidad.
“Adopté a Bruno con 9 años. Pensaban que nadie lo querría. Ahora no me imagino la vida sin él. Solo quiere sofá, cariño y caminar a su ritmo”, dice Julián, de 68 años, en Valencia.
Además, al adoptar un animal mayor ayudas a combatir una dura realidad: muchos perros y gatos senior pasan sus últimos años en refugios esperando una familia que nunca llega.
3. Asegúrate de que puedes cubrir sus cuidados
Antes de adoptar, infórmate sobre los costes aproximados que conlleva: comida, vacunas, desparasitaciones, visitas al veterinario, etc. Si bien no es necesario gastar una fortuna, sí es importante contar con un pequeño colchón para imprevistos médicos o necesidades especiales.
También debes tener en cuenta tus propias limitaciones físicas: ¿puedes cargar con un perro grande si necesita ayuda? ¿Puedes agacharte para limpiar un arenero?
Muchos refugios ofrecen adopciones solidarias para mayores, con ayudas para cubrir gastos veterinarios o incluso visitas a domicilio para apoyo en cuidados.
4. Valora si tienes apoyo en caso de emergencia
Una pregunta clave es: si tú enfermas, ¿quién puede cuidar de tu mascota? No es agradable pensarlo, pero es responsable. Puedes hablar con un familiar o vecino, o incluso dejarlo especificado en tu testamento o plan de cuidados.
En algunas ciudades existen redes solidarias o programas de acogida temporal para mayores hospitalizados que tienen mascotas. Pregunta en tu ayuntamiento o protectoras locales.
5. Acude a un refugio y deja que surja la conexión
En los refugios y protectoras hay cientos de animales esperando. Algunos saltarán a saludarte. Otros te mirarán con timidez. No siempre eliges tú… a veces, es el animal quien te elige a ti.
Visita varias veces, pasea con ellos, habla con los cuidadores. Ellos sabrán orientarte según tu carácter, edad y entorno.
“Adopté a Luna porque se me quedó mirando sin moverse. Ni ladró. Solo me miraba con unos ojos que pedían un hogar. Fue amor a primera vista”, recuerda Rosario, de 76 años, en Córdoba.
6. Disfruta de cada momento con tu nuevo compañero
Los animales no juzgan. No preguntan. Solo están. Te siguen con la mirada, se acurrucan a tu lado, y celebran cada día contigo. Son maestros del presente, y su compañía puede ser uno de los regalos más hermosos de esta etapa de tu vida.
Y recuerda: cuidar de una mascota no es solo dar… también recibes amor, rutina, salud emocional y sentido de propósito.
¿Y si aún no estás seguro?
No pasa nada. Puedes empezar como casa de acogida temporal. Muchas protectoras necesitan hogares que cuiden a animales mientras se les busca familia definitiva. Así puedes ver si encajáis sin compromiso.
Y si decides no tener una mascota propia, siempre puedes colaborar como voluntario en refugios o asociaciones. Es otra forma de dar cariño y recibirlo.
Un nuevo hogar, una nueva alegría
Adoptar una mascota es una decisión importante, pero también profundamente hermosa. Si estás preparado, si tu estilo de vida lo permite y tu corazón lo desea, dar un hogar a un animal puede cambiaros la vida a los dos.
Porque nunca se es demasiado mayor para empezar una nueva historia… y algunos comienzos empiezan con un maullido suave o un movimiento de cola.
Y si te gusta viajar, recuerda que hoy en día existen opciones como el IMSERSO con viajes que permiten llevar mascotas. Una buena forma de seguir disfrutando del mundo… sin separarte de tu compañero fiel.